Estudios lentos (Slow scholarship) por John Lutz
Es probable que haya oído Ud. hablar del “Movimiento comida lenta”, la campaña de comensales, cocineros, jardineros, viticultores, agricultores y restauradores que han adoptado una postura crítica ante el cambio de nuestra sociedad, en la cual, para la mayoría, la comida es algo que se consume, en lugar de saborearse, sirviéndose y comiéndosese “rápidamente” de camino a hacer otra cosa. La “comida lenta”, por el contrario, es algo que se prepara con cuidado, con ingredientes frescos, locales cuando sea posible, y que se disfruta tranquilamente en torno a una mesa con amigos y familiares.
“Estudios lentos” es una respuesta similar a los estudios apresurados. Los estudios lentos se piensan, se reflexionan, siendo el producto de tal reflexión una especie de prueba de campo contra otras ideas. Se preparan cuidadosamente, con ideas frescas, locales cuando sea posible, y se disfrutan mejor sin prisas, solo o como parte de un diálogo alrededor de una mesa con amigos, familia y colegas. Al igual que la comida, suelen ir mejor con el vino.
En su afán por publicar en lugar de perecer, muchos académicos envían en algún momento de su carrera un artículo de conferencia a una revista que puede estar todavía a medio cocinar, puede tener sólo una chispa de originalidad, puede ser una ligera variación de algo que ellos u otros han publicado, puede basarse en datos que todavía son preliminares. Eso es un caso de estudios apresurados.
Otros académicos envían al mundo sus rápidas respuestas a una charla que han escuchado, a un artículo que han leído, a un correo electrónico que han recibido, a través de un Tweet o de un Blog. Eso es erudición rápida. Rápida, improvisada, fresca, pero no el producto de una honda reflexión, comparación o contextualización. El Tweetscape y la Blogosfera rebosan de primeras impresiones, a veces ociosas, a veces airadas, a veces chuscas, siempre precipitadas.
Surgen los Estudios Lentos de mi propia experiencia de tardar 17 años desde el inicio de mi doctorado hasta la publicación del libro que se originó en la tesis doctoral. Fue cuando ese libro ganó el premio Harold Adams Innis al mejor libro de Ciencias Sociales en Canadá, cuando empecé a reflexionar sobre los beneficios del largo viaje, las muchas reescrituras, la reconsideración y la investigación adicional que tuvo lugar durante esos años. Luego me di cuenta de que un par de tesis de maestría de las que fui examinador, que tardaron de tres a cinco años, eran piezas notables de erudición, muchas veces más valiosas que las tesis de maestría de uno y la mayoría de dos años, y he empezado a ver otros frutos de la erudición lenta.
En un mundo académico en el que los índices de citación cuentan cuántas veces se cita un artículo, y no si es un buen o mal ejemplo, el erudito reflexivo, que escribe un libro sólo unas pocas veces en su larga carrera, ha perdido prestigio y, dado que la remuneración suele estar vinculada a la frecuencia de publicación, dinero. Los estudios lentos celebran a aquellos autores que crean un pequeño pero poderoso legado.
Los estudios lentos son a los blogs lo que la “longue durée” de Braudel es a la historia de los acaecimientos. Una reflexión sobre las estructuras profundas, los patrones y las ideas que son los cimientos culturales de las manifestaciones diarias más transitorias y fáciles de observar. Si las entradas de los blogs son respuestas rápidas e instintivas, la alternativa “Estudios lentos”, el “Blog lento” o “Slog”, implican la publicación en la web de ensayos cortos y reflexivos, que han sido cuidadosamente pensados. Por lo general, no se publican más de un par de veces al año.
Los tweets lentos, o “Sleets”, son frases muy cuidadosamente elaboradas, que contienen tanto que casi pueden leerse como un poema o un haiku por sí solos. Aunque son frases cortas, no están limitadas a un número determinado de caracteres. Un Sleet es algo más que un destello lingüístico momentáneo. Un Sleet debe captar un pensamiento complejo, inspirar ese tipo de pensamientos en otros, y ser digno de conservarse para la posteridad.
Dr. John Sutton Lutz
Universidad de Victoria, Departamento de Historia